Iban los dos hablando de islas por el campo  de Montiel , de pronto vieron unos treinta o cuarenta molinos, que Don Quijote  se creyó que eran gigantes  que amenazaban  con sus brazos.
Sancho intentó convencerle de que eran molinos;  pero Don Quijote quiso defenderse y les atacó.
Las aspas de los molinos empezaron a moverse a gran velocidad y destrozaron la lanza del caballero que junto a su caballo Rocinante quedaron destrozados en  el suelo. 
Sancho con mucha paciencia  les ayudó para continuar con más aventuras.    

 
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